Visiones y transformación de lo ordinario
Con espontaneidad, con naturalidad, con soltura. Son palabras que servirían para entender cómo nacen los cuadros de Manuel Vacas. Es una advertencia inmediata, en cualquiera de las temáticas que toca.
Confiesa el pintor que se siente más atraído por el paisaje urbano. Y no debe ser una confesión fácil, porque se trata de mostrar la sincera tendencia hacia algo que contrasta, por supuesto, con ese otro paisaje campestre y serrano que, por lo general, ha gozado de mayor preferencia pública. Es un paso convencido, porque Manuel Vacas ya ha medido sus fuerzas, con la satisfacción –y si él no lo reconoce, sí me atrevo a reconocerlo yo– no solo de que no ha salido derrotado, sino con la obtención de un resultado ejemplar.
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